The Last Photon on the Retina
The Last Photon on the Retina
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The Last Photon on the Retina

The Last Photon on the Retina

Paulo Lisboa
14 Sep - 28 Oct 2023
Madera, 23

Sabrina Amrani se complace en presentar The Last Photon on the Retina, la primera exposición individual de Paulo Lisboa en la galería.
 

Los de Paulo Lisboa son unos dibujos sin principio ni fin. El misterio permanece. La imagen acontece cuando nuestro ojo se ha perdido en ellos. Entonces se activa lo extraordinario, el eco abismado de un instante de luz, como si se quisiese invocar lo transitorio. Aunque en estos dibujos todo lo que parece aleatorio o brotar de la nada está orquestado por un riguroso proceso performativo muy insistente, en el que el artista no solo superpone capas de carboncillo, sino que lija previamente su superficie, de aluminio, para potenciar la luz. Es una pintura retiniana, física, háptica. Todo es producto de una elección consciente, que se asienta en la sequedad del carbón, que absorbe el destello lumínico para amortiguar su reflejo desde la superficie. La luz emerge así débil del interior de la pintura y la forma se declina como una sombra borrosa y enigmática.

 

El trabajo de Paulo Lisboa se asienta en lo desconcertante, en un espacio intersticial que se torna sombra para proyectarse como una pintura que se desgasta. Como si el blanco quisiese desaparecer. Es la interioridad la que paradójicamente ilumina de negro, conjugando cenizas y blancos leves que funcionan como pasajes de una experiencia mental. Un negro tempestuoso, que nos cautiva en su temporalidad, en su calma inquietante. Porque en los dibujos y las proyecciones de luz de Paulo Lisboa la imagen evoluciona más por intensidad que por claridad, porque se trata de algo insondable. Al fin y al cabo, como señala Deleuze, la tarea de la pintura se define como el intento de hacer visibles fuerzas que no lo son. Más gráficamente lo describe como pintar la sensación, diciendo que no existen sensaciones de distintos órdenes sino diferentes órdenes de una única y misma sensación.

 

Las obras de Paulo Lisboa emiten una luz interior y se abren al abismo. La imagen se suspende, la luz se corta y se filtra, se bloquea y se proyecta en lo incierto. El tiempo se dilata y las formas cobran densidad. La luz se manipula y el espacio vibra. La sensación de movimiento siempre se insinúa y nuestra mirada se ve abocada a un salto infinito. Como espectadores nos dejamos llevar por la imagen, pero en esa experiencia perceptiva nada es improvisado y todo es fruto de una investigación previa del artista en torno a la capacidad de aparición de la imagen y los fenómenos visuales. Se trata de exprimir al máximo su poética como observación, como en el cine de Tarkovski y esa capacidad de transitar o aproximar las distintas escalas. Son imágenes que abrazan el sentido de pérdida al que se refiere Georges Didi-Huberman cuando señala que ver es sentir que algo se nos escapa, en otras palabras, que ver es perder, como si las formas únicamente creciesen hacia su extinción; como en el juego de aproximación indefinida al que nos aboca Paulo Lisboa, donde cualquier forma de acercamiento significa efectivamente un alejamiento y viceversa.

 

En las exposiciones de Paulo Lisboa la armonía cromática activa el sentido poético del espacio y del tiempo. Su manera de arrojar sombra y luz desde el dibujo cultiva una dimensión oculta del espacio visual, tan sutil que es capaz de activar el resto de los sentidos, como si tocásemos la realidad con los ojos y hasta el silencio fuese elocuente. La radicalidad consiste en alcanzar un equilibrio, aun cuando la imagen se lleva a una situación extrema, a un lugar donde se concentra y suspende su sentido, para conformar un lugar propio. El espectador ha de ser partícipe de todo ello y mantener el interés en la imagen, porque solo a partir de esa mirada atenta advertirá que esta experiencia que parece deberse a la manipulación de instrumentos técnicos es producto de una delicada intervención manual del artista, que satura la presencia del grafito y uniformiza el trazo para esquivar lo mimético y entender, como Merleau-Ponty, que no se trata de que nos acerquemos a ver las obras en sí mismas, sino que a través de esta consigamos imaginar el mundo.
 

- David Barro

 

 

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