Atlantic - Journey to the center of the earth
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Atlantic - Journey to the center of the earth

Mónica de Miranda
7 Jun - 27 Jul 2017

Atlantico - Journey to the center of the earth
Del devenir (y de la muerte)


La obra de Mónica de Miranda puede entenderse como un agente que conecta continuamente los procesos artísticos con la condición transitoria del espectador. Independientemente de los temas que investigue o de las reflexiones sociopolíticas que atan en su identidad un sentido real y emocional con el lugar y la historia de quienes lo habitan, sus obras contienen parte de su experiencia autorreferencial pero no siempre autobiográfica, porque no es un testimonio del viaje sino de alguien que se reconoce en la transición y en el cambio territorial.


Este cambio, o esta lógica de la circulación, radica no sólo en el hecho de que ha vivido en varios países y conocidas culturas diferentes, sino esencialmente en la forma en que interpreta las relaciones temporales y la memoria de estas experiencias, que contribuyen a la construcción de meta-narrativas que se articulan bajo una línea/tiempo; como un flujo de información que integra lugares aparentemente diversos y temporalidades. Esta línea abstracta localiza lugares que se cruzan en diferentes momentos del tiempo y en el caso específico de su trabajo no se reducen a una determinación lineal del pasado, sino más bien a reconocer la correlación temporal que permite una relación activa del sujeto sobre el presente.


En este sentido la exposición "Atlántico - Viaje al centro de la tierra" es ejemplar de su proceso de trabajo por dos razones principales. La primera está presente en el título en la que podemos inferir dos planos aparentemente contradictorios, siendo el primero la palabra que determina una masa geográfica inmensa y mutante que es el Océano Atlántico; y el segundo es el Viaje al Centro de la Tierra, una referencia a la obra utópica de Julio Verne que le es cercana a la artista. Sin embargo, la colocación del guión en el título amplifica esta posibilidad transitoria que, aunque presente en su trabajo, es un elemento agregador que expresa la multiplicidad de connotaciones en la recepción del mismo por el espectador, teniendo como línea estructuradora la referencia a dos sustancias: agua y tierra, que se oponen en su constitución.


La segunda razón que me lleva a esta breve reflexión es la dualidad entre el océano y la tierra, una diferenciación física, pero simultáneamente inmaterial, un imaginario que se remonta a los comienzos de la humanidad, y por esta misma razón metafísica: entre fluidez y solidez. La artista es arrastrada por la necesidad de saber lo que está escondido debajo de la tierra, que soporta naturalmente el océano y respira en las bocas volcánicas de las islas atlánticas de la Macaronézia, como las Azores o, en este caso en particular, el archipiélago de Cabo Verde, específicamente en Ilha do Fogo (Isla de Fuego).


Mónica de Miranda reconoce en esta isla una intensidad de la vida de nuestro planeta en el sentido de que es renovada por las erupciones volcánicas que fermentan de fuego y de lava para inmediatamente se enfriarse cristalizando todo; todo se transforma y actualiza en una aproximación a la dualidad paradójica que contiene la presencia del volcán: entre la vida y la muerte. Las fotografías de mujeres vestidas de negro con los pies descalzos, como en "Untitled, from the series City-Scapes" y "Formation", o el propio cuerpo del artista en el díptico titulado "Horizon", son relevantes en el sentido de que esta figura transmite la idea de ósmosis con el suelo quemado en el que su propia regeneración sobrevive al paisaje desertificado. El volcán es una presencia que se eleva en el paisaje y es también una imagen recurrente en la imaginación colectiva y la representación visual a lo largo de la historia. Pero en esta obra de Mónica de Miranda es ante todo un signo que presenta una segunda piel que modela y transmuta el paisaje, no sólo por el manto visual que cubre todo en un alivio de cenizas, sino porque anuncia una experiencia interior y orgánica que reside en un lugar desconocido -tan cerca del centro de la tierra- como si este modelo fuera una construcción imaginaria y ficticia o una matriz geológica dada.
 

Y como construcción de ficción, la serie de fotografías intervenidas, pigmentadas y enceradas, titulada "Bedrock", rescata esta materialidad intermitente que, mientras que está presente, se funde en la imagen impresa afirmando en el gesto de la artista la intervención sobre la imagen como grabación de un viaje; un tiempo que se actualiza en su finalización.


Bajo la misma metodología, un objeto escultórico en forma de una estantería de biblioteca, contiene arena negra dentro de una caja en su base. Este elemento natural, la arena negra, también está sujeto a la lógica de la imagen pero escapa a la fotográfica, contribuyendo a la construcción de meta-narrativas que son apuntadas por referencias que abordan la cartografía territorial. Sin embargo, esta cartografía sólo es reconocible si se tiene en cuenta la geografía de los lugares y la correlación temporal que se reorganiza continuamente en el devenir que representa el trabajo de Mónica en cada capa o en cada registro que acoge sus afectos y sin duda en su reflexión política que nos confronta como imagen/tiempo de los lugares que Mónica de Miranda busca en la correspondencia del Ser con el Otro.
 

João Silvério

Curator
 

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