EL MUNDO
Madera, 23
Sabrina Amrani se complace en presentar EL MUNDO, la primera exposición individual de Carlos Aires en la galería.
Sí, en su obra EL MUNDO, Carlos Aires (Ronda, 1974) ha tomado todo el espacio de la galería Sabrina Amrani para dar forma a una inquietante metáfora que fluctúa entre el desasosiego y la esperanza, entre el desaliento y la voluntad de perseverar y seguir. La conciencia de que las energías que los humanos desplegamos en construir, destruir y reparar no encuentra reposo, está presente en el ejercicio artístico de apuntalar y sostener techos y suelos, para que no se hundan ni la galería concreta ni, simbólicamente, el mundo en general. La sorpresa, la incertidumbre y la esperanza se entremezclan con sensaciones y pensamientos sobre la muerte, que es como una banda sonora que se va filtrando en el recorrido.
EL MUNDO (2023) es una instalación sintácticamente conformada a partir de dos elementos materiales -una serie de puntales y un conjunto de esculturas- y una idea: el concepto genérico de sostén. Los puntales de metal tienen frases provenientes de canciones que conforman la discografía personal y autobiográfica del artista. Las frases, caladas a fuego en el hierro, aluden al poder universal de la música y a la trama inconsciente que nos conecta a través de ella. Las esculturas de latón son trozos de iconos -entendidos en nuestra cultura como grandes valores- que han sido realizadas en 3D a partir de archivos digitales. Como si de un hacker se tratara, el artista se apropia de fragmentos significativos de obras históricas (el Hércules Farnesio, la Afrodita de Cnido, el Apolo de Belvedere, la mano y la cabeza del David de Miguel Ángel, un Cristo sin cruz…) que acaba con cortes límpidos y en cierta forma violentos.
Estas esculturas tienen algo de cadáver, de ruptura, de acabamiento, de final, de la repetida idea de la muerte del arte y de que aquello que lo ha sostenido tradicionalmente está desapareciendo: desde las ideas del genio individual y la originalidad, a las estrategias sociales y mercantiles que impulsan su producción. Y sin embargo, esas esculturas sirven como doble sostén a los puntales que las aprietan contra suelos y techos. La idea de la muerte es reiterada por la presencia de un ataúd construido en madera como si se tratara de una caja de transporte de arte. Esta caja- ataúd tiene las medidas exactas del cuerpo del artista y la letra completa de la canción After I’m gone de Jimmy Scott inscrita en su interior. La caja está cerrada desde 2011, el año de su construcción, y la letra nunca se ve físicamente, solo se muestra en un video que fue grabado con cámara infrarroja. La caja suele acompañar al artista en sus exposiciones y, aunque en ocasiones se queda en el almacén, ahora está expuesta en el piso superior de la galería.
El visitante que recorra el espacio ritmado por los puntales y las esculturas comprobará que no hay una narrativa concreta en esta instalación de Carlos Aires, pero sí una conexión clara con la idea barroca de las vanitas, con las reflexiones existencialistas de la permanencia y la desaparición, con la conciencia política de que tanto la obra EL MUNDO como nuestro propio mundo pueden desaparecer en cualquier momento. El hecho de apuntalar una galería extiende la idea de persistencia en el campo del arte a la metáfora global de lo imprescindible que es apuntalar nuestro planeta. El paseante se sumerge en una atmósfera que le despierta la conciencia de lo inútil y lo necesario que es seguir pensando, sintiendo, creando y resistiendo.
Rosa Martínez